¿Debe preocupar el ecumenismo a los cristianos?

¿Podemos unirnos a otros grupos cristianos aunque no tengamos las mismas doctrinas? ¿Qué es más importante para Dios: la unidad o la verdad? ¿Qué dice la Biblia? 

¿A qué llaman ecumenismo?
El Diccionario de la Real Academia Española lo define así: «Ecumenismo es la tendencia o movimiento que intenta la restauración de la unidad entre todas las iglesias cristianas.»

El sitio catholic.net asegura lo siguiente: «El Movimiento Ecuménico comenzó oficialmente con el Congreso Misionero de Edimburgo (Escocia) en 1910. Surgió en un ambiente protestante y en un contexto misionero, por la necesidad de presentar un frente unido en los países paganos. Participan en él los que invocan al Dios Uno y Trino y confiesan que Jesús es el Señor y Salvador. Casi todos, aunque de distinta manera, aspiran a una Iglesia de Dios única y visible.»

Si una iglesia desea unirse al ecumenismo debe «Invocar al Uno y Trino y confesar que Jesús es el Señor y Salvador.» ¿Y sobre los demás puntos de su credo, sus prácticas y sus rituales que son diferentes a los demás ecuménicos? Las evidencias muestran que no importan, son secundarias, no se discuten, lo que interesa es la unidad en sí misma. Esta es la razón por la cuál este movimiento se integra de líderes católicos romanos, ortodoxos y protestantes como luteranos, episcopales, metodistas y en los últimos años, sectores pentecostales y los llamados neo-pentecostales.

¿Y quién encabeza esta unión de iglesias cristianas de todas las denominaciones integrantes?
El Diccionario Teológico Ilustrado de Editorial CLIE nos lo dice citando el punto 97 de la Encíclica de Juan Pablo II Ut unum sint (Para que sean uno): «La primera parte de los Hechos de los Apóstoles presenta a Pedro como el que habla en nombre del grupo apostólico y sirve a la unidad de la comunidad… Esta función de Pedro debe permanecer en la Iglesia… ¿No es acaso de un ministerio así del que muchos de los que están comprometidos en el ecumenismo sienten hoy necesidad? Presidir en la verdad y en el amor para que la barca –hermoso símbolo que el consejo ecuménico de las iglesias eligió como emblema– no sea sacudida por las tempestades y pueda llegar a buen puerto.» El fallecido promotor del ecumenismo Karol Wojtyla (Juan Pablo II) lo expresó sin ambigüedad: La Iglesia de Roma está comprometido en el ecumenismo porque lo preside. Nadie diga que Juan Pablo II no fue honesto en sus intenciones.

¿Qué tan ecuménico se ha vuelto el cristianismo?
El documental que se presenta en este «post» es narrado por el Pastor Carlos Parga y registra con aceptable objetividad el avance ecuménico. Hoy es posible ver sus efectos en casi todas las denominaciones cristianas.

¿Qué dice la Biblia?
El Apóstol Pablo advierte en Romanos 16:17-18
«Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos.»
Pablo exhorta a los cristianos de Roma a apartarse de quienes no profesan una doctrina sana, no a unirse con ellos.

En su Primera Carta a Timoteo 1:3-4 leemos:
«Como te rogué que te quedases en Efeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina, ni presten atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora.»
Pablo exhorta al ministro Timoteo a «mandar a otros ministros que no enseñen diferente doctrina,» no a unirse a ellos.

En la misma carta, este apóstol recomienda lo siguiente:
4:16 «Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.»
Todo pastor, líder o ministro debe cuidarse de sí mismo y de lo que enseña; está de por medio su propia salvación y la de sus congregantes. Unirse a otros grupos con doctrinas diferentes es contraproducente.

Por causa de espacio, citaremos finalmente las palabras del Apóstol Juan (1 Juan 1:6-11):
«Y este es el amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio. Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo. Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo.
Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras.»
Esta exhortación no requiere comentarios, sino obediencia.

¿Qué hacer?
Seguir el ejemplo de los nuevos creyentes de Berea (Hechos 17:10):
«Recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.» Estas personas eran nuevas en la fe cristiana y la predicación era del Apóstol Pablo, sin embargo, no les era suficiente, querían comprobado por ellos mismos con las Escrituras. ¡Es lo mismo que cada cristiano debe hacer hoy!